viernes, 30 de mayo de 2014

Gratitud al licor de amor

"Esto escribí el 9 de abril del 2012 en mi blog anterior. Aunque no cumple los parámetros de este blog quise compartirlo." 




Hoy  saltaba de felicidad al darme cuenta lo mucho que he crecido en todo este tiempo y en la libertad que he adquirido. Pensaba en la alegría de no encontrarme en ese estado de paz infeliz a causa de un amor no correspondido.

Lo siento si suena incoherente, pero te explico por qué le llamo paz infeliz. Pues, cuando quieres a alguien que no te corresponde de la manera que desearas, te vuelves infeliz. Pero el mundo no debe acabarse allí y aprendes a manejar tu vida para que no te afecte aquello. Esa sensación de conquista de sentimiento te da paz, pero como está basado en una represión se vuelve infeliz.

Todos tenemos derecho a crear palabras ¿no crees? Después de todo, las lenguas son incompletas. En el español no existe como pronombre el on del francés, it del inglés, das del alemán. Y en ninguna lengua existe una palabra para describir esa paz infeliz de los desdichados que esperan más de lo que merezcan.

Hoy, me encuentro aquí con muchos proyectos en mente, sueños, amistades y por qué no, amores. Sin embargo debo reconocer que me acabo de levantar con un sabor amargo en los labios, un corazón palpitante, recuerdos divagando en la mente y una canción de Elis Regina de fondo. Entonces, me empiezo a asustar. Será que todavía te quiero? En cinco minutos, puedes evocar momentos del pasado como si te fueses a morir. Son recuerdos, imágenes, olores, sentimientos que pasan en segundos.  Pensé en contártelo, pero sería malinterpretado “Gracias a la complejidad humana”. Así que decidí escribir sobre ti,  sacar la llave para abrir el baúl de mis memorias y encontrarme con una botella de licor.

Cuando nos dimos el primer beso real, sentí que algo sucedía con mi vida. No lo esperaba, ni lo quería. He de confesarte que había decidido no mezclarme sentimentalmente con nadie, pero se sintió tan bien. No quiero hacer una carta sentimental, tan sólo quiero pintarte los episodios en mi cabeza que son tan míos como tuyos.

Pinta una chica joven, nostálgica, melancólica, insegura y sentimental en un balcón no creyendo lo que había pasado. Una chica ingenua de pueblo pensando que el viento transportaría mensajes y besos. Una chica asustadiza que creía que no era real aquello que pasaba, pero lo suficientemente astuta para saber que se acabaría. 

En suma, una sentimentalista que en una tarde escuchando música de Elis Regina se sentía la persona más dichosa del mundo porque era correspondida. Al fin, se debaja embriagar por ese licor inigualable que llaman ¡amor! Una chiquilla que en las noches dormía y despertaba en armonía total con el mundo, que pensándolo bien tiene muchos sinsabores.

Pero como mencioné antes, era lo suficientemente inteligente e intuitiva para saber desde el primer momento que sólo había una botella. 

Hoy te digo sinceramente, que no tengo más licor ni sed, pero quiero que sepas. ¡Cuánto te quise! Y si hay algo que agradezco, no son los favores ofrecidos o palabras de aliento brindadas; sino esos efímeros instantes de embriaguez. 

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