miércoles, 23 de marzo de 2022

Noches de blues

Deja que la guitarra de B.B King suene en la casa. Así bailo feliz, mientras cocino, me pongo más linda y escribo. 

Que el ritmo del blues ahuyente todas las penas, ingratitudes y situaciones que no puedo controlar.

Que su ritmo y pentatónica me permitan sentir más poderosa e independiente. Que mi cuerpo entienda que puedo conquistar al mundo si así lo quisiera.

Que las líricas de abandono y descontento se lleven la carga que tengo por acciones y respuestas de los demás.

Hace poco me mudé de nuevo sola y ha sido una decisión acertada. Ya no quería seguir las reglas y traumas familiares. Así que me desligué y como hace un par de años, volví a existir por mi cuenta.

Ahora vivo en una pequeña suite, mucho más pequeña que cuando vivía en Quito. Pero me siento segura, protegida y feliz. 

Ahora mismo, mientras regresaba del gym pensaba en situaciones que me han pasado esta semana de momentos incómodos creados por terceros. Es difícil no dejarse sobrepasar por las acciones y palabras de otros. Pero cuando tu actúas con el corazón sincero, hablas con las palabras amables, el impacto de los demás pierde su fuerza.

Por eso el blues vuela por la habitación, mientras me siento más fuerte y tranquila.

Y así me quiero, poderosa, amable pero sobre todo, libre. Estoy lista para la magia y siento una gran necesidad de expresarme, imponerme y crecer.

¿Y tú? ¿Dejarás que tu música favorita inunde tu hogar?

PD. Quisiera hacer unas blusas que digan "Me vale madres" XD.

domingo, 23 de enero de 2022

Siempre quise escribir un libro

Siempre quise escribir un libro, pero nunca he publicado uno. Cuando tenía 9 años solía escribir cuentos de terror y luego los vendía por cincuenta centavos a mis compañeros. A los doce años, me inventaba la segunda parte de las películas y se las contaba a mis amigas diciendo que las había visto en el internet. Luego a los 15 años escribí una novela romántica que aún conservo en mi baúl de recuerdos.

No me considero maniática de la lectura. Si me gusta leer, pero conozco personas que leen mucho más que yo. Lo pueden notar al escribir, no soy muy prolija. Pero siempre he tenido ese sueño.

¿Qué me ha detenido de lograrlo? Primero mi familia no me dejó estudiar esta rama y terminé estudiando "Negocios", a pesar que era mala para la contabilidad. En el colegio y universidad, me costaba mucho cuadrar los libros contables y las matemáticas. Como soy competitiva y no me gusta admitir que no soy buena en algo, estudiaba muchísimas horas para poder sacar buenas notas. Hasta iba a la biblioteca a leerme libros enteros de Álgebra y recibía clases de mis primas para poder tener buenas notas. Cuando me importaban los libros contables...

Resultado final: ¡Nunca estudié comunicación! Me gradué de Gestión Empresarial y Música Contemporánea ¡Menuda combinación! Lo de música, si han leído mi blog saben más o menos la historia.

Pueden percatar un espíritu terco y rebelde que hace lo que le da la gana cuando puede. Sin embargo, nunca estudié comunicación y ahora que debería hacer una maestría, asumo que haré alguna que tenga la palabra "Comunicación" dentro.

Regresando al título de esta publicación, nada me detiene de escribir un libro. Tal vez nadie lo lea, pero puedo comenzar. La vida pasa muy de prisa y sé que debemos imponernos ante ella. En estos 10 años de búsqueda profesional y personal, las únicas cosas que me han dado momentos wow han sido cuando he seguido mis propias ideas.

Me fui a Brasil, España, Argentina y Perú con gastos pagados, con proyectos que me apasionaban. Cuando tomé el camino "convencional" no tuve estos momentos.

Siempre estuve achacándome no ser normal como el resto de personas. Hoy que llevo una vida bastante normal, como el resto, sé que estuvo bien todo lo que he hecho y me admiro, o lo intento.

Con lo poco o mucho que he logrado puedo decirles que lo mejor que uno puede hacer es seguir sus sueños e ideas. Aunque el resto de personas no vea, ni entienda el valor que estás creando, tu vida va a estar llena de momentos wow.

Sin embargo, tenemos que tener cuidado en no sacrificar nuestro bienestar personal, por cumplir nuestras ideas. Hemos normalizado ser workaholic, invertir en tu negocio pero no en ti mismo, vivir situaciones inconvenientes por perseguir tus sueños, etc.

Todos tenemos ciclos y etapas. No creo que sea malo ser workaholic, puede ser una etapa interesante cuando vivimos 24 horas por nuestro crecimiento profesional. Cuando lo hice, logré cosas que me enorgullezco. Sin embargo, la pandemia y los años cambiaron mucho mi perspectiva.

Decidí entrar en reposo, comenzar una etapa más tranquila y darle prioridad a mi bienestar personal. Estoy usando parte de mi dinero en terapia, gimnasio y momentos agradables. Siento que tengo una deuda conmigo misma y estoy tratando todo aquello que he pospuesto.

Desde que comencé a dar prioridad a mi salud mental, mi trabajo ha mejorado. Me ordeno cada domingo para eliminar cuellos de botella en mis procesos. Estoy trabajando la regulación emocional para que eventos externos que no puedo controlar no me afecten demasiado. Y trabajo en mi salud general, aunque tengo una relación con la comida de glotonería. XD

En fin, todos tenemos etapas, pero lo que no podemos hacer es dejar de escucharnos a nosotros mismos y cuidarnos. Otra vez se despertó mi bichito de perseguir mis ideas, pero ahora quiero hacerlo con este aprendizaje de autocuidado, de no sacrificar mi bienestar por mis ideas.

Finalmente, ¿y si escribimos ese libro? ¿Y si nos atrevemos a escucharnos y ser nosotros mismos?

martes, 9 de febrero de 2021

Amor de espía

Murió en mis manos, pudo más que su delito, matarle mi desengaño.

La verdad es que si le amaba, pero debía soltarlo.


Yo comencé siento parte de la justicia,

pero entregué con ella su vida.


Nos conocimos en una fiesta de noviembre,

conquistarle me tomó hasta diciembre,

por la noche nos veíamos,

por el día nos perseguíamos.


El pertenecía a la muerte,

yo a la vida.

Fue fácil cautivarlo con mi sonrisa.


Entre vino y libros contábamos nuestras pesadillas,

nuestras almas se hallaban con alegría,

ambos escondíamos un secreto,

entre tanto nos engañábamos con besos.


Los destinos ya estaban trazados,

el amor nos jugó un mal rato.

El no sabía, ni concebía,

que yo fuera una espía.


Que sus misterios, yo conocía,

aprendía y a mi equipo les decía.


Una tibia noche de verano,

nos alumbraban unos hermosos candelabros,

entre risas y conversaciones nos refugiamos,

nadie sentía estragos de un mal presagio.


Un vestido rojo seda pudo distraer a todos de su condena.


Mis hombres escondidos atrapaban los suyos,

mientras todos bailábamos como si fuéramos uno.


La angustia, tristeza y adrenalina,

asomaba por la ventana,

de repente el leyó tarde mi mirada.


Un sargento apuntó con pistola a su cuello.

Mi amado me preguntó: "¿Qué has hecho?".

El sargento dijo: "Ha sido nuestro remedio".

Me miró fingiendo que no era cierto,

Pero ya habíamos lanzado un mórbido decreto.


"Yo soy una espía, 

y todo este tiempo amor fingía.

Ríndete, ya no tienes salida" 

Decía esto mientras por dentro moría. 


A ambos una condena nos seguía,

la libertad no era la agonía,

el corazón era lo que más dolía,

y con una muerte premeditada el partía.


Nunca más pudimos vernos a la cara,

mi alma con su partida quedó destrozada,

la vida seguía y con ella sobrevivía.

Pero pronto mi naturaleza vil y volátil, 

otra aventura perseguía. 



PS. Esta historia es ficticia.







domingo, 8 de noviembre de 2020

Somos sobrevivientes




    
En una noche lluviosa de Guayaquil me pregunto si estaremos cerca del fin del mundo. Debido al COVID, me vi obligada a retornar a mi ciudad natal, ya que cerraron las vías el día que vine a visitar a mi familia. No imaginé que durara tanto tiempo esta pandemia. Como muchos pensé que duraría tres semanas a un mes máximo. 

    El mundo entró en caos, las bolsas de valores y precio de petróleo cayeron a valores históricos. Guayaquil a finales de marzo y abril, entró en un estado crónico de muchas muertes y cadáveres en las calles. Había mucha tensión aquellos días, subía a la terraza de mi casa y aunque no habían personas en las calles, sentía el miedo en las calles.

    Debo confesar que a veces me causaba cierto placer, encontrarme en casa, con la lluvia cayendo en el techo y esta sensación de apocalipsis. No es algo que pasa siempre, hoy tenemos esta pandemia encima que nos ha cambiado la vida.

    En abril comencé a componer música y lanzar cosas que desarrollé en cuarentena. Pero lo que quiero compartir hoy son las ideas que tuve y que supongo que muchos de ustedes tuvieron.
    
    Primero me di cuenta que yo corría en la vida, por alcanzar cosas/ideas/sueños. Y bueno, la pandemia nos puso un alto en las actividades. Entonces me cuestionaba este afán por alcanzar números. ¿Es realmente sano vivir pensando en el mañana? ¿De verdad quiero estas metas, o son las que me hicieron creer? La vida es muy corta ¿Quisiera vivir corriendo?

    Luego analicé mi relación con mi familia. La psicología y los coachs de hoy en día dicen que muchos de nuestros traumas, resentimientos y frustraciones vienen de nuestra niñez. Yo no tuve una infancia muy bonita como algunos. Fui muy solitaria ya que pasaba casi todo el día sola. Sigo manteniendo este patrón de aislamiento voluntario y pocas habilidades sociales. Sin embargo, fue agradable ver que he cambiado muchas cosas viviendo en Quito. Y también me pareció una buena oportunidad para sanar y convertirme en el mejor ser humano que quiero ser.

    Hay una frase que cambió mis valores personales: "Todos queremos a los ganadores, pero nadie pregunta por los sobrevivientes". 

     He reflexionado que a veces te llenas de títulos, cosas, ideas para opacar tu falta de autoestima. Te vuelves un bombón de chocolate con un centro de almendra, donde el chocolate es lo que tienes y la almendra es el miedo.

    Yo soy una persona muy autocrítica, me reprocho muchas cosas y no acepto todas mis luces y oscuridades. Me cuesta mucho estar quieta sin "sentirme productiva". Tengo un afán de siempre estar haciendo cosas, cumplir expectativas, sobreponer mis metas sobre cualquier cosa y cuestionar los momentos de tranquilidad y ocio. 

    Por todo esto, me he encaminado en trabajar mucho la salud mental, autoestima, espiritualidad y habilidades sociales. Aceptar mis errores/derrotas, y solo aspirar la calma. 

    Quisiera compartirles todo lo que he leído e investigado, pero estoy buscando la manera más correcta de hacerlo. Por ahora solo puedo decirles que es importante aceptar con sinceridad y amor el momento en el que estamos. Creo que la verdadera revolución no empieza por odiar e intentar corregir lo injusto que existe afuera, sino corregir las heridas que tenemos dentro. Buscar objetivos fuera de nosotros es una eterna lucha en la que tal vez consigas esas metas, pero no te dará la felicidad y paz que alimente nuestro espiritú. Y finalmente, todos somos sobrevivientes, somo seres dignos de respeto y amor.





miércoles, 25 de diciembre de 2019

Alterego I

¿Quién creó las licencias? ¿Quién te hizo pensar que necesitas licencias para disfrutar del error de intentar? Déjame existir sin culpas, descubriendo el arte de fluir.



Déjame tener al cuerpo calmado ante silencios incómodos. Déjame observar desde el presente y no desde mi antecedente.

¿Quién creó el guión preestablecido? ¿Quién te dijo que el viento corre en dirección equivocada? No lo acepto. Quiero correr libre dejándome guiar por aquella entidad o energía que desde pequeña me condujo a callejones diferentes. Confía en que el lugar donde estoy, es el resultado de una búsqueda interna en la cual he cuestionado mis luces y sombras. Déjame aceptar que soy diferente. No puedo ser medida con la lupa de los demás, porque existimos los que no podemos encajar. Me interesa crecer a mi modo y vivo por ello.  Déjame abrazar aquella diferencia y convertirla en mi morada.

 He aprendido a callar para evitar gastar energía en discusiones perdidas. Me aburren los patrones, las normas sociales, las diversiones creadas como molde. Déjame llorar, reír, amar, odiar, descubrir, sentir y errar. Pero sobre todo, déjame ser el verbo de mi presente. Y una cosa más te pido, ya que no puedes escucharme, déjame en silencio.

sábado, 26 de octubre de 2019

Brasil - Guadual - Reencuentros


Retomando mi vieja costumbre de escribir sobre viajes, aprovecho la belleza de un pacífico domingo sin compromiso para contarles sobre mi experiencia en Brasil.
Pensar que esta experiencia nace de una audición en el 2015, en el que fui escogida para ser la cantante de una obra de circo. Guadual, la primera producción a gran escala de circo-teatro producida en Guayaquil.

Cada vez que pienso en esta obra tengo muchas sensaciones encontradas. Sin duda fue el inicio de un gran cambio en mi vida. En el Guadual descubrí nuevas maneras de hacer teatro, nuevos lenguajes, nuevas sensaciones artísticas, cuestionamientos personales y el amor.

Allí conocí a mi ex-novio, viajé a Quito, comencé mi proceso de escribir formalmente canciones, empecé a estudiar música a nivel universitario, etc. Lo lindo de todo esto, es que ha sido positivo e importante para mi desarrollo personal.

Brasil, tierra de personas amables.

Sao Paulo es una ciudad con más de 15 millones de habitantes. Tiene edificios altos debido a la gran cantidad de personas que viven allí. Cuando llegamos, nos llevaron al Novo Hotel Jaraguá. Yo estaba muy animada porque podía practicar mi portugués. El hotel era muy bonito, tenía gimnasio y buffet en las mañanas. Desde allí, desayuno chia todos los días por la mañana.

El primer día aprovechamos para conocer un poco. Como yo estaba con mis compañeros del circo fuimos a un centro cultural. Este fue el primer impacto que recibí. El centro cultural era un edificio que tenía 24 pisos, ocupado por artistas que juntos trabajaban por dar talleres, funciones etc. Este lugar es lindo porque si eres artista y no tienes donde vivir, puedes quedarte en esta casa.

Aquel día fui al gimnasio con el fin de ponerme en forma para tener un buen desempeño en la obra. El segundo día tuvimos que ir a ensayos en Cia Elevador, una compañía de artistas que nos dejó ensayar en su locación. El ensayo fue hermoso porque fue el reconocimiento de la obra, compañeros y sensaciones junto a Poema, una coreógrafa que trabajó con nosotros en el proceso.

Ese mismo día fuimos al teatro SESC en Guarullos. Este fue mi segundo impacto "SESC", una organización brasileña en el que los ciudadanos pagan una cuota para formar parte de los beneficios de esta institución. SESC se encarga de hacer obras sociales, culturales, talleres, entre otros; para los miembros. No es arte elitista, sino inclusivo.

El teatro era muy bonito y las personas que trabajaban allí eran muy amables. En menos de una semana, cogí mucho aprecio de los organizadores y técnicos. Los días posteriores tuvieron el mismo itinerario, ensayos en la compañía por la mañana y en la tarde en el teatro.

La primera función fue el viernes y fue un éxito total. Las personas estaban muy contentas y disfrutaron de nuestro trabajo. Recibí muchos comentarios positivos sobre mi canto y la verdad si me fue muy bien. Yo considero que esta nueva costumbre mía de meditar todos los días me ha ayudado mucho artística y personalmente.

Ese viernes fuimos a un bar a un concierto de forró, un género musical del noreste de Brasil. Este ritmo se baila y es muy sensual. Yo me divertí mucho, bailé con muchos brasileros de distintas edades. Todos fueron muy respetuosos y no malinterpretaron el hecho de bailar con ligar.

Para ser totalmente sincera con ustedes y agregarle el toque romántico al asunto, bailé con un técnico del teatro al final y con un abrazo nos quedamos toda la noche juntos. Solo un abrazo, pero a veces solo esto basta para embriagar al corazón. Y de ese encuentro hice otra canción. Yei, inspiración a la vena, ¿soy muy romántica?

Luego vinieron las siguientes funciones, con el mismo éxito y sensaciones. Hasta que llegó el último día en Brasil, donde conocí el Museo Municipal, el centro de Sao Paulo, otros barrios. En la noche el último lunes fuimos a un restaurante donde tocaban músicos muy buenos por diversión. Ya que los músicos trabajan de miércoles a domingo tocando, eligen los lunes para reunirse entre amigos, hacer música por diversión y pasarla bien.

El regreso a Brasil fue alegre ya que pude reencontrarme con mis compañeros, con el Teatro, generar nuevas conexiones y hallarme con una evolución personal y en mi arte. También vi a mi ex-novio después de un año y medio. Fue lindo encontrarnos allí, en la misma obra donde nos conocimos, con ojos de respeto y cariño hacia el otro. Como aquellos momentos que sabes que quieres a la persona, le quieres feliz y encuentras que ese cariño se transformó en uno eterno, sin resentimientos, ni ataduras. Sin necesidad de hablarlo, sin contacto físico, existe un cariño de que conocer que ambos universos se unieron en algún momento, aprendiste lo que debiste y se separaron por crecimiento personal de ambos.

Finalmente lo que quiero decirles es que aquella decisión del 2015, de haber participado en esa audición para entrar a esa obra de circo valió la pena.

Aprovecho este relato para contarles también que grabé mi primer single. Lo pueden ver en Youtube o en Spotify. A decir verdad, esta publicación es bastante antigua, ya estoy grabando mi segundo single. Hace poco presenté mi proyecto en un teatro de la ciudad de Quito, y ahora estoy siendo bookeada en otras ciudades. Pero eso les cuento luego..

Sólo estoy aprovechando un lindo sábado en casa, escuchando James Brown, iba a comenzar a escribir nuevas cosas, pero encontré esta publicación como borrador, y lo terminé para compartirles y no dejar las cosas sin terminar.





domingo, 9 de junio de 2019

El momento que decidí no hacerme daño

El momento que decidí no hacerme daño fue cuando acepté mis fallas.

cuando comencé a perdonarme a mi misma y luego al resto.
cuando comencé a tomar acciones y no enfrascarme en pensamientos.
cuando decidí ayudar a las personas.
cuando comencé a trabajar en mis sueños.
cuando me volví alquimista de mi ser.
cuando dejé de preocuparme por las acciones de los otros.
cuando dejé de leer o buscar información que me hacía daño.
cuando empecé a vivir estando presente.
cuando comencé una vida espiritual más cercana.
cuando me conecté conmigo misma.
cuando acepté que se fueron porque yo debía crecer a raíz de la ausencia.
cuando me quise lo suficiente para decir, no.
cuando me di cuenta que los miedos son solo pensamientos inculcados.
cuando comprendí que la actitud de mi entorno, es un reflejo de lo que llevo dentro.

El momento que decidí no hacerme daño, existí.