sábado, 1 de junio de 2013

Yo también canté en un tren

Un día mientras iba sentada en el subte, escuché un señor cantando tango. Generalmente cuando terminan de cantar nadie aplaude. Pero esta vez, le aplaudieron y a mi parecer recaudó mucho dinero. Luego en la estación Juramento en Buenos Aires, escuché otros músicos entonando algo clásico. Pensé ''¡Qué buen nivel existe en las calles de Buenos Aires!''.

Ese mismo día, me dije a mi mísma "¡Quiero cantar algún día en las calles de Buenos Aires!", después de todo yo algún día en una clase de química soñé con viajar por Sudamérica en un van filmando y fotografiando lugares. Uno de los medios de ingresos sería cantar en las calles con un vestido blanco y una guitarra.

Le comenté la idea a mi amiga Cristhy y por suerte a ella también le agradó. Entonces lo planeamos un poco mejor, decidimos cantar en el tren que va a Tigre y salimos un viernes a cantar.

Ese viernes fue la primera vez que yo conocería el tren de Buenos Aires. Era más moderno de lo que imaginé. Yo pensaba encontrar vagones hechos de madera, como en las películas. En fin, entramos al primer vagón y nos preparamos para cantar. Yo, quién inicié con la idea, tenía mucha verguenza. Decíamos que a la siguiente parada cantaríamos...creo que pasaron 5 paradas cuando decidimos cantar.

Nuestro primer intento
Empezamos a cantar el pasillo ''Despedida'' de Guevara. Supongo que avergonzamos al autor del pasillo en nuestra intervención. Las personas sólo nos miraron cuando empezamos, luego se voltearon, ni siquiera nos atrevimos a pedir dinero y bajamos en la siguiente parada.

La verguenza corría por mis mejillas, y Cristhy estaba triste. Se necesitaba mucho más para impresionar a los bonarenses. 

Segundo intento
En plena lluvia llegó el otro tren después de 20 minutos. Nos subimos, pero yo ví a Cristhy algo triste. Le dije que me dejara cantar sola primero y que en la segunda canción ella se una. Teníamos una caja improvisada de cartón en las manos, donde pediríamos dinero.


La verdad, yo ya no quería cantar en el tren, pero pensé en Edith Piaf cuando cantaba en las calles de Francia a inicios de su carrera. O en las aventuras de Oliver Twist...me sentía una huérfana en esa tierra extranjera. Así que me puse una máscara invisible en la cara, respiré, caminé directo al centro del vagón, me agarré muy fuerte de un soporte de metal y empecé a conectarme con esa energía extraña de un escenario conquistado.

 La primera canción que interpreté fue ''La vie en rose'' que la canté meses atrás en la Casa de la Cultura de Guayaquil. Viví cada palabra, no por capricho artístico, sino porque no tenía otra opción que mezclarme con la música para olvidar la verguenza. Al terminar de cantar, todas las personas me aplaudieron, y Cristhy se animó a interpretar conmigo la segunda que era el pasillo antes vilmente cantado.



Nos volvieron a aplaudir, y terminamos nuestro ''show'' con Summertime de Gershwin. Nunca había cantado tan bien Summertime. Supongo que cuando tienes una presión tan grande como es cantar en ''la calle'' desarrollas en esos minutos lo que no pudiste en 5 años.

Nuestra caja de cartón donde pedimos dinero se llenó : ). Las personas nos felicitaron y nos fuimos al siguiente vagón. Sólo canté en tres más porque ya había cumplido mi meta de ''cantar en las calles de Buenos Aires''. En los tres vagones nos felicitaron y aplaudieron. Al final, recaudamos dinero para comer media semana. 

Cuando regresamos a nuestras respectivas casas, escuchamos dos chicos cantando en el subte. Les dimos dinero diciéndoles ''Nosotros también hicimos lo mismo''. Ellos sólo nos sonrieron y siguieron cantando. Ahora sabemos lo que sienten las personas que cantan o tocan música en la calle.

Ahora sé que por lo menos puedo tener una carrera artística en las calles de Buenos Aires. : )



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