miércoles, 15 de mayo de 2013

Bolivia



Luego de estar siete semanas exactas en Buenos Aires, la aventura no termina. Decidí regresarme en bus hasta Guayaquil. A mi aventura se sumó otro ecuatoriano y una polaca. El 4 de mayo me despedí de mis amigos, profesores, lugares, romances cuando llegué a Retiro. ¡Sorpresa! ¡Paro de colectivos! Pensé : “Wow, todavía no me iré de Buenos Aires”. Pero llegó un hombre mestizo con un abrigo verde diciéndome que pertenecía a la compañía y que me trasladarían a Linear (otro terminal) para ir a Bolivia.

Magda y Jorge llegaron quince minutos después, les comenté la situación y juntos emprendimos el viaje a Bolivia que comenzó en un taxi hasta Linear, dos horas de espera para que llegue el bus a Linear mientras presenciaba una escena cómica entre dos peruanos que querían llevar diez paquetes llenos de mercadería y peleaban por no pagar sobrepeso.

En fin, nos subimos al bus. Nuestros asientos eran camas, y éramos solo cinco. Sin embargo, una boliviana llevaba tanta mercadería que pusieron sus artefactos a lado de nuestros asientos. ¡Muy cómico!  Jorge estaba molesto y se quería ir en avión. Magda y yo estábamos tranquilas, riéndonos de esta aventura en la que nos embarcábamos. Sin embargo, nunca imaginamos todo el folklor boliviano que viviríamos en este viaje.

El servicio fue muy bueno mientras estuvimos en Argentina. Una niña de tres años que se sentaba delante de nosotros se robó nuestro corazón. Cuando llegamos a la frontera, mi pasaporte obtuvo una nueva marca de una aventura “El sello de ingreso en Bolivia”. Esperamos tres horas hasta que el bus decida seguir con el camino. Cuando nos subimos al bus, avanzamos hasta el terminal y luego el conductor dejó de conducir. Oh sorpresa! Nos cambiaban de bus, a uno que no tenía camas y estaba lleno. Se demoró una hora en arrancar. ¡Jorge estaba muy molesto! A lado de él se sentaba alguien con mal olor muy notorio. Yo seguía relajada, hasta que llegamos a la Paz, y los conductores bolivianos tenían un paro que no dejaba a nuestro bus avanzar por la carretera. Tuvimos que pedirle al conductor que se vaya por vías alternas…”Atravesamos el pasto, las vacas, y más nativos”.

Bolivia  me pareció un país con mucha desorganización, y economía muy lenta. Sin embargo, después de llegar a La Paz, decidimos ir a Copacabana y el lugar sobrepasó nuestras expectativas. Nos hospedamos en un hostal que no costó más de $5 la noche por persona. AL día siguiente Magda y yo fuimos al cementerio que quedaba arriba de una montaña. Subimos por el sendero y encontramos un maravilloso paisaje. Magda decía: “For me this is enough to feel happy”.  ! Tenía mucha razón! El lugar era tan hermoso que una fotógrafa “amateur” como yo, pudo obtener buenas fotos.

Al día siguiente nos embarcamos en un bote con destino a “La isla del sol”. Cada vez que digo Isla del Sol, me recuerdo esa canción de los años 80/90 de “La isla del sol”. Navegamos por el lago Tikikaka y conocí un chileno que estudia “arqueología esotérica”, es decir, realiza una búsqueda dentro de nuestra cultura precolombina de influencia y rastros de vida extraterrestre. El padre del chileno, un señor medio calvo de 65 años aproximadamente de edad, había sido cantante de zarzuela. Ambos ejercen profesión de artesanos por pasión. El chileno me conto algunos mitos sobre el Lago. Uno de ellos es que hay restos de una civilización sumergida en el lago. Yo comparto esta hipótesis, puesto que las ruinas a mi parecer dan a denotar que debajo del agua hubo una civilización.

 Cuando llegamos a la Isla del Sol, seguimos un sendero que nos llevaba a unas ruinas precolombinas. Subimos montañas, atravesamos una “playa”, y cuando estábamos en la cima de las montañas yo sentía que había conquistado un sitio inexplorado, con el mejor paisaje que he visto en mi vida, junto a personas agradables y además, descubriendo mi propia cultura visitando las ruinas y conectándome de alguna manera con mis ancestros milenarios.

En fin, Bolivia ciertamente tiene lugares hermosos por explorar, a bajos precios, y gente amable.
Mi siguiente aventura es en Cusco, pero esta vez sola…Jorge y Magda se quedaron en Bolivia puesto que regresan al gran Buenos Aires. Nos despedimos con un abrazo antes de subirme al bus que estaba lleno de europeos y norteamericanos. ¡Queridos hermanos Latinoamericanos, a explorar Latinoamérica!


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